El trabajo penitenciario produce gafas de visión nocturna,
chalecos antibalas, uniformes de camuflage, aparatos de radio y
comunicaciones, sistemas de iluminación y componentes para armas
antiaéreas
“En este momento, los presos de establecimientos penitenciarios
federales de todo el país están haciendo piezas para misiles Patriot. Al
empezar, les pagan 23 centavos de dólar por hora (1,84 dólares por un
día de trabajo de 8 horas) y pueden llegar a un máximo de 1.15 la hora
por fabricar productos electrónicos que controlan la propulsión,
dirección y puntería de los sistemas de misiles guiados de Lockheed
Martin PAC-3, que originalmente se hicieron famosos en la primera guerra
del Golfo Pérsico. ¿Está sorprendido? Yo también”.
Así comienza el llamativo primer párrafo de una extensa nota del
periodista e investigador financiero Justin Rohrlich, publicada el 7 de
marzo 2011 en el World in Review (Minyanville.com) con el título “Why
are Prisoners Building Patriot Missiles? (¿Por qué los Presos están
Construyendo Misiles Patriot?). Esta escalofriante noticia pasó de largo
porque fue ignorada por los grandes medios comerciales estadounidenses e
internacionales.
La sobre-explotación de mano de obra cautiva era algo que sólo harían
los chinos para competir con precios más bajos en el mercado mundial,
según la recurrente propaganda informativa de los sistemas
trasnacionales de noticias. Pero fue sacada a la luz pública este año,
por lo menos para conocimiento de los medios alternativos y ciudadanos
del mundo interesados en estos grandes temas, por el Proyecto Censurado
de la Universidad Sonoma State de California a partir de otra nota de
Sara Flounders, publicada el 6 de junio 2011 en el periódico Workers
World (Trabajadores del Mundo), bajo el título “The Pentagon and Slave
Labor in U.S. Prisons” (El Pentágono y el Trabajo Esclavo en las
Prisiones de Estados Unidos).
“Los presos ganan 23 centavos por hora en las prisiones federales de
Estados Unidos fabricando componentes de alta tecnología electrónica
para misiles Patriot Advanced Capability 3 (Patriots de Capacidad
Avanzada 3), lanzadores para el sistema TOW (Tube-launched, Optically
tracked, Wire-guided, o Tubo lanzador, Seguimiento óptico, Guiado por
cable), misiles anti-tanque y otros sistemas de proyectiles guiados”,
escribió Flounders en el primer párrafo de su nota en Trabajadores del
Mundo. “Vale la pena examinar más de cerca las implicaciones de este
hecho ominoso en un artículo de marzo del periodista e investigador
financiero Justin Rohrlich, del World in Review (Minyanville.com)”,
añadió la periodista… y fue lo que hicimos. Y también ignoraban que
muchos de estos presos trabajan para el complejo militar industrial que
abastece al Pentágono hasta por 23 centavos de dólar la hora, o tarifas
similares. Sólo se libran de esta expoliación de mano de obra tan barata
como la esclava, miles de presos en reclusión solitaria, a menudo
confinados por castigos disciplinarios aplicados a faltas de baja
importancia.
“La expansión del uso de industrias de prisión, que pagan salarios de
esclavitud como una forma de aumentar los beneficios de las gigantescas
corporaciones militares, es un ataque frontal a los derechos de todos
los trabajadores”, escribió Flounders. “El trabajo penitenciario –sin
protección sindical, ni pago de horas extras, sin días de vacaciones,
pensiones, prestaciones, protección de salud y seguridad, o retención de
la Seguridad Social– también fabrica componentes complejos para aviones
de combate F-15 de McDonnell Douglas/Boeing, F-16 de General
Dynamics/Lockheed Martin y helicópteros Cobra de Bell/Textron”.
Producción presidiaria High-Tech
“El trabajo penitenciario produce gafas de visión nocturna, chalecos
antibalas, uniformes de camouflage, aparatos de radio y comunicaciones y
sistemas de iluminación y componentes para armas antiaéreas acorazadas
de 30-mm a 300 mm, así como rastreadores de minas terrestres y
equipamiento electro-óptico telemetría láser para vehículos de combate
BAE Systems Bradley. Los presos reciclan equipos electrónicos tóxicos y
revisan los vehículos militares”, añadió Flounders en el periódico de
los trabajadores (1).
Justin Rohrlich escarbó la basura para indagar cómo funciona este
negocio de las penitenciarías. Está manejado por Industria Prisiones
Federales (en inglés, Federal Prison Industries, FPI, o Unicor, su marca
comercial desde 1977) de la Oficina de Prisiones, una corporación
cuasi-pública, “sin fines de lucro”, clasificada como la N° 39 entre los
grandes contratistas del gobierno de Estados Unidos.
El trabajo carcelario federal que contrata Unicor se desarrolla en 14
fábricas de prisiones, donde más de 3.000 presos fabrican equipos
electrónicos de comunicación para uso en tierra, mar y aire. En total,
Unicor gestiona 110 fábricas en 79 centros penitenciarios federales.
También está inserta en el “socialismo corporativo” de Estados Unidos
porque la financia el gobierno, por una decisión del Congreso adoptada
en 1934, cuando fue creada como “herramienta de rehabilitación para
enseñar habilidades del mundo real de trabajo para los presos
federales”, recordó Rohrlich.
Unicor asegura que sus programas penitenciarios de trabajo no afectan
negativamente a las empresas del sector privado y siempre ha sido
bastante bien sabido que los reclusos hacen de todo, desde señales de
tráfico, bancos de parques, placas vehículos, mobiliario para oficinas
federales como la Administración de Veteranos y Departamento de Defensa,
pero el sofisticado programa de alta tecnología accesoria de misiles,
aviones, carros de combate, etcétera, había pasado casi desapercibido,
hasta ahora.
La población carcelaria de Estados Unidos es la más grande del mundo,
pero crece a tal ritmo que en los últimos 30 años se quintuplicó.
Además, es un pingue negocios para el sistema privado de prisiones, que
cobra "por cama" y además percibe ganancias por sus negocios de mano de
obra esclava con Unicor. Cuando asumió Ronald Reagan, en 1980, había
400.000 presos; hoy superan los 2,3 millones.
Actualmente existen más varones estadounidenses presos, en libertad
bajo palabra o libertad condicional, que todos los esclavos que existían
en 1850, antes de comenzar la Guerra Civil, según la profesora de
derecho Michelle Alexander en su libro “The New Jim Crow: Mass
Incarceration in the Age of Colorblindness” (El nuevo Jim Crow:
Encarcelación Masiva en la Era del Desprecio Racista).
Competencia desleal
Nate C. Hindman, del The Huffington Post, informó el 15 de agosto 2012
que Michael Mansh, presidente de la pequeña fábrica de ropa Ventas y
Servicio Ashland, en Olive Hill, Kentucky, en un caso que incluso
apareció en CNNMoney, se enteró en febrero que su empresa de 100
personas corría el riesgo de perder un contrato para fabricar cazadoras
destinadas a la Fuerza Aérea de Estados Unidos. La amenaza se llamaba
Unicor. Durante décadas, las pequeñas fábricas de Estados Unidos vienen
luchando contra operaciones administradas por el gobierno que
subcontratan mano de obra estadounidenses tras las rejas. Y la tensión
crece bastante por este rol "socialista" del gobierno que socava la
necesidad de crear empleos proclamada por… el mismo gobierno.
Ashland, que es el principal empleador en Olive Hill, estuvo a punto de
cerrar. Mansh le dijo a CNNMoney "Somos 100 personas que compran
comestibles. Usamos empresas de transporte de la ciudad, compramos
piezas y bombillos allí todos los días (...) Eso está todo perdido
cuando las cárceles nos quitan los contratos". Sólo la presión mediática
puso en marcha a los legisladores locales, quienes consiguieron que
Unicor diera marcha atrás y cediera el contrato. Al final, todos fueron
felices.
La mano de obra esclavo-carcelaria perjudica a los trabajadores, daña a
la pequeña y mediana industria y sólo favorece a las grandes
corporaciones del complejo militar industrial que trabajan para que su
principal cliente, el gobierno de Estados Unidos de cualquier signo
político, consumiendo siempre esas armas pueda imponer la "guerra
permanente" que mantiene a través de la historia, y hoy Obama-Clinton
promueven en Siria, escondiendo la mano. De paso, esta implacable
política imperial trae a la mente la idea de la “revolución permanente"
de Trotsky.
Siguenos a traves de nuestro twitter @elparroquiano
No hay comentarios:
Publicar un comentario